Las guitarras, las cintas y las composiciones más elegantes del vecindario - El nicho Aural # 2: Alan Licht, Gregg Kowalsky, Mauricio Valdés




Después de una de las sesiones de improvisación-free jazz más agresivas que seguramente tendremos en Aural o en anteriores emisiones de Radar como la de Germán Bringas y Evan Parker en el Casino Metropolitano la noche anterior, la sesión #2 de El nicho Aural muy probablemente será una de las más concisas y, a riesgo de que sea todo lo contrario, elegantes de todo Aural: guitarras y pedales accionados no sólo por impulso y energía, sino por decisiones más artísticas que musicales, cintas comunes y corrientes en grabadoras comunes y corrientes creando escenarios increíblemente complejos y un trabajo de composición y electrónica extrañamente cuidado.





Nuestro primer acto, el mexicano Mauricio Valdés, dirige el Centro de Intermedia, Investigación y Desarrollo de Aplicaciones Tecnológicas. Su trabajo como compositor busca un lenguaje de improvisación expresiva en la interacción con las computadoras. Ha dedicado gran parte de su tiempo al diseño y creación de sus instrumentos y aplicaciones tecnológicas, y es importante subrayar esto porque su trabajo es una mezcla extraña entre este rigor compositivo y la maleabilidad digital: a medio camino entre lo que entendemos que hace un compositor y lo que pensamos esperar de un trabajo digital, las composiciones de Valdés pueden ser engañosas: la flexibilidad de la plataforma electrónica, el abanico de elementos que utiliza (de naturaleza electrónica y acústica) y la manera en que entreteje todo esto puede hacer que parezca que su trabajo está ordenado azarosamente, que se trata de una improvisación fluida. Es solo después de una escucha atenta que uno se puede dar cuenta que detrás de la electrónica, las plataformas digitales y un trabajo de sonido muy depurado, hay un compositor detrás, no un improvisador o un artista que pica botones en una laptop. A veces puede ser difícil escuchar a una generación reciente de compositores que trabajan por igual en composición tradicional y electrónica cuando su trabajo coquetea con ambas, y sobre todo cuando ambas se nutren de entre sí. En el caso de Valdés este pasar de zona a zona, tomando lo mejor de cada una, es más afortunado y, por lo mismo, más difícil para el escucha de notar esta estructura compositiva seria: las texturas más densas generadas digitalmente y los elementos acústicos más profundos hacen que sus piezas estén en constante movimiento, nunca terminan de fijarse en una u otra faceta: la principal característica del trabajo de Valdés es esta capacidad de mantenerse en constante cambio.






Con Alexander Bruck en el Laboratorio Arte Alameda, 2008



Lo que hace Valdés suena mucho a algo que ya hemos escuchado, pero difícilmente podemos decir de primer golpe qué es. Este aspecto, digamos, liquido de su trabajo hace que uno pueda pasar todo el tiempo de la escucha tratando de identificar fuentes sin lograrlo, y antes de darse cuenta, el tiempo ha pasado, la música se terminó, y lo único que recordamos de lo escuchado es el cambio constante. El mayor éxito de Valdés en nuestra escucha fue mantenernos indecisos sobre qué estábamos escuchando, tenernos en vilo: eso es lo que pasa cuando un compositor tan concreto y estructurado utiliza herramientas que asociamos con lo contrario. Al final puede engañarnos a nosotros, pero no al oído





De todos los artistas que trabajen con algún tipo de plataforma electrónica dentro de Aural, muy probablemente Mauricio Valdés sea el más complicado de mantener en esa idea de improvisador, laptpista o artista sonoro que uno suele esperar de una sesión como esta, así que quienes vayan al Laboratorio de Arte Alameda el 19 de marzo mejor háganse a la idea.


Para más material de Mauricio Valdés, vayan a su Myspace dando click aquí.







El trabajo de una artista como el del estadounidense Gregg Kowalsky goza al mismo tiempo del beneficio de la duda como de la fuerza del impacto de una obra hecha con instrucciones y herramientas simples, y esto es extraño en alguien cuyo trabajo es tan versátil: abarcando música para danza, instalaciones sonoras, películas y ensambles acústicos, el sonido de Kowalsky pude pasar al por drone, ruido e incluso algún tipo de psicodelia inversa, tranquila. Después de su primer álbum, Through the cardial window, Kowalsky comenzó a trabajar con cintas de cassette, osciladores sinusoidales o micrófonos de contacto, sin embargo, si por algo se le conoce a Kowalsky, y si por algo todos los que se paren por esta segunda sesión de El nicho Aural tendrán motivos para frotarse las manos es por sus Tape Chants.


Mp3: Tape chants a million


Como si no existieran métodos de almacenar, organizar y ejecutar archivos de sonido fáciles, eficientes y baratos en la actualidad, Gregg Kowalsky hace algo no sólo poco visto en una época donde la idea de lo que está a la mano ha cambiado de objetos viejos que nadie usa por computadoras de última generación, sino también muy valioso. Es muy simple: en todo el espacio de su presentación, Kowalsky siembra grabadoras de cassette comunes y corrientes como las que cualquiera tiene (o tenía) en casa. Durante su performance, Kowalsky acciona estas grabadoras, sin mayor medio de amplificación que las bocinas de los aparatos, y lo único que se limita a hacer es ajustar la amplitud de las cassetteras. Es todo.


Mp3: Tendrils in vigne


Estas acciones simples y en extremo sencillas es lo único que vemos hacer a Kowalsky, y habría que agregar que lo que oímos no es menos desconcertante. Si se piensa que se está construyendo todo un acto con grabadoras y cassettes sin amplificación externa, se pensaría que lo que oímos es algo trashy, un poco desarticulado (aunque pensaríamos que gran parte de su encanto radica en ello) e incluso malhecho, sin embargo nos llevaríamos una sorpresa: los Tape Chants de Gregg Kowalsky son uno de los actos más increíblemente refinados que hayan escuchado antes. Sólo escuchando, Kowalsky cambia el volumen, deja que la capa de sonido de una grabadora se imponga y eventualmente que ceda lugar poco a poco a otra, con una gradualidad casi milimétrica. Aunque lo vemos moverse entre grabadoras y mover aparatos hoscos, el sonido que sale de ellos es fino, ligero, el conjunto de todas estas unidades de sonido se unen de una manera tan delicada que la imagen de lo que vemos que produce el sonido y lo que oímos produce un desfase que vuelve a la experiencia aún más fuerte. Esto es un factor importante en una época como la actual, en que a la oferta de los medios digitales se contrapone una visualidad algo parca (es difícil emocionarse con alguien detrás de una laptop).





Dar clicks y cerrar ventanas nunca será igual que accionar dispositivos, apretar botones, enchufar y desenchufar; la experiencia física de ver cómo se modifica el sonido, de ver cómo la mano cambia algo sólo girando una perilla, aunque parezca insignificante, es de vital importancia para entender el sonido para ciertas generaciones –ya de salida- que no crecieron con laptops por default (he ahí el factor que cambia lo que entendemos por tener a la mano). Si ver a Kowalsky en acción resulta tan impactante es porque resulta difícil creer, en primer lugar, que un sonido semejante provenga de estas grabadoras tan comunes y, en segundo, que un músico llevando a cabo acciones tan simples en el escenario pueda producir una atmósfera de performance como esa.




Tape Chants en la Fairchild Chapel, 2009



En medio de una enorme variedad de herramientas con las que cuenta un músico/artista en la actualidad, Kowalsky decide limitarse a las más simples. En medio de una enorme variedad de estrategias para construir sonido derivadas de las mismas herramientas, Kowalsky decide limitarse a una serie de acciones sorprendentemente simples. A nivel de la estructura de lo que hace, Kowalsky está cerca de algo similar a una especie de estructura musical más conceptual que otra cosa, sin embargo, de nuevo, nos llevaríamos un chasco si nos quedáramos con eso en el papel, porque en la realidad su trabajo entra directamente por los sentidos sin que uno pueda meter siquiera las manos, es un tipo de obra sumamente atractivo y, digamos, efectivo, porque logra meter al escucha en el sonido, sin más. La fuerza de Kowalsky radica en limitar su arsenal a conceptos simples en vez de instrumentos simples: cada grabadora es una voz, que no decide ni interpreta, sólo es una voz, y Kowalsky se encarga de dirigirlas. Cuando se tiene una decisión tan sólida, quizá más artística que musical, es imposible que el resultado (sean cintas viejas o laptops) no sea así de atractivo.


Video: En Fairchild Chapel, segunda parte


Video: En BAM, 2010, primera, segunda y tercera parte





Kowalsky se ha presentado en diversos foros y festivales de Estados Unidos y Europa, tales como Sound-Art Köln, Sonar, ERTZ Festival o Ideal Festival. Actualmente trabaja en una serie de experimentos previos a los Tape Chants.







Aunque ya hablamos de él acerca de su presentación con Text of Light en Aural, repasemos: guitarrista y compositor, el trabajo de Alan Licht (New Jersey, 1968) combina elementos de pop, noise, free jazz y minimalismo. Desde los 80’s ha trabajado y grabado con bandas como Lovechild, Run On y The Pacific Ocean al mismo tiempo que otros músicos de vanguardia como Loren Mazzacane Connors, Rudolph Grey o Jim O’Rourke. Aunque su estilo puede recorrer con facilidad música totalmente pop hasta el uso de cintas y guitarras preparadas, si hay algo que distingue a Licht es su acercamiento a la música y al sonido como un fenómeno más mental (y por ende mucho más arriesgado) y serial, más cercano a una visión del sonido como una serie de decisiones que, aunque a veces parezcan mínimas, cambian radicalmente la percepción que tenemos del sonido. En algunos de sus proyectos más experimentales, Licht pareciera no necesitar de mucho para darle una vuelta de 180º al sonido y dejarlo, aunque idéntico, irreconocible, imposible de no verlo de manera distinta. Por ejemplo, en Rashomon, Licht proyecta la película del mismo nombre del director japonés Akira Kurosawa sin sonido ante un auditorio al que le pide lea en voz alta los subtítulos. Al traer un elemento como este, generalmente destinado a sonar en el silencio del espectador, a una existencia diametralmente contraria a su naturaleza, como es el que podamos escucharlo, Licht llena un espacio aparentemente perdido para recordarle al auditorio el lugar de un sonido que nunca oímos más que en nuestra cabeza. En otro proyecto, Twilight of the idols, Licht graba el cuarto disco de Led Zepellin con una mínima variante: el lado A comienza en un fade out que continúa por toda su duración, por lo que desde el principio notamos una progresiva y casi imperceptible disminución del volumen. El lado B, por el contrario, empieza en un fade in, de manera que poco a poco, hasta el último segundo del disco, recupera su volumen original. En estos trabajos, Licht logra un tipo de música o sonido tan fuerte que no necesita escucharse para causar un eco en el espectador (de manera similar a muchos proyectos de John Cage, en los que las instrucciones o scores de sus piezas contienen toda su intención).


Mp3: Rashomon


Mp3: Twilight of the idols: Lado A y Lado B


Mp3: Bridget O'Riley




El trabajo de Licht con guitarra y dispositivos electrónicos se nutre de este entendimiento de la música, y genera discretamente una serie de capas de sonido que difícilmente, aunque aparentemente abstractas y con un sonido marcadamente forjado como improvisación, pueden pasar inadvertidas como lo que son: estructuras de sonido sólidas que cambian toda la experiencia musical y auditiva.


Video: En el Institute of Contemporary Art, 2007


Video: Interpretando Wind up Guitar de Christan Marclay


Probablemente, el factor más impresionante de escuchar a Licht sea cómo en cualquiera de sus presentaciones puede adivinarse su pasado e influencias pop, minimalistas y experimentales. Aunque suene raro decir que se pueden advertir influencias tan disímiles e incluso opuestas, es precisamente su entendimiento de todo el fenómeno del sonido como un problema único lo que permite que olvidemos géneros al escucharlo y, al igual que otros artistas como Thurston Moore, Lee Ranaldo o Jim O’Rourke, que se mueven entre distintos proyectos, construir puentes desde el rock hacia músicas más difíciles.


Video: Con Aki Sonda, en The Red Room, Baltimore, 2008. 1ra, 2da y 3ra parte


Para quienes les suene familiar, Licht publicó en 2007 en Rizzoli el libro que se convirtiera en una referencia obligada casi desde el inicio de su circulación: Sound Art: Beyond Music, Between Categories, además de haber curado la exposición Inside Out de Radar en 2009.

Aunque con instrumentos y estrategias distintas, los tres actos de esta sesión se enmarcan como tres maneras de domar herramientas volátiles para dar una idea de composición, sonido o decisión simples, utilizar los instrumentos para delimitar, no para abrir y dificultar. Y cuando uno se enfrenta a maneras tan concretas de abordar estos campos, es difícil esperar menos que lo esperamos de esta segunda sesión de El nicho Aural.



El nicho Aural # 2

Alan Licht (EU) / Gregg Kowalsky (EU) / Mauricio Valdés (MX)

Selección musical el nicho sound system

Sábado 19 de marzo

16:00 - 19:00 hrs

Laboratorio de Arte Alameda

Donativo: $ 70