Paisajes extendidos y cintas llevadas hasta el límite: Exploración Aural - Aaron Dilloway y Manrico Montero

Desde los ya lejanos días de Decibel, el espacio dedicado a la electrónica experimental en el antiguo festival Radar, estas sesiones han tomado toda clase de matices y escenarios. A través de Decibel y sus consecuentes versiones (como electrónica experimental a secas), en este espacio se han revisado, muy probablemente, las manifestaciones más arriesgadas a través de sus años. Hemos visto proyectos que trabajan con video, ya sea como parte de sus presentaciones o en tiempo real (Nurse with wound y respectivamente), manipulación de todo tipo de objetos para obtener sonido (Guillermo GalindoAtsuhiro Itto), utilización del cuerpo y sus movimientos como parte de su interpretación (Yamataka Eye o Daniel Menche) o, simplemente, músicos que a través de instrumentos y estructuras extraordinariamente simples han logrado prenderle fuego al escenario sin que nadie se dé cuenta (Oren Ambarchi, Otomo Yoshihide, Tony Conrad).

Siguiendo esta línea, este año, bajo el nombre de Exploración Aural, se apuesta por un amplio rango de talentos reconocidos aunque quizá poco escuchados en estas latitudes y que representan algunas de las voces más radicales en sus campos. En esta primera parte, revisaremos a Manrico Montero y Aaron Dilloway, quienes abren la función.




Activo en la escena electrónica-experimental en México desde hace mucho tiempo, Manrico Montero es un artista sonoro especializado en grabaciones en campo abierto de la naturaleza, soundscapes, fonografía y bioacústica. Su trabajo incluye instalaciones sonoras y proyectos para sitio específico y también compone y produce (en su propio sello, Mandorla) piezas electroacústicas y digitales y suele desarrollarse en el campo de la improvisación libre en solitario o en ensambles. Se ha presentado (a manera de presentaciones o sólo su trabajo) en espacios de Viena, Los Angeles, Chicago, Argentina, Uruguay, Québec o Paris, y a lo largo de los años ha trabajado a lado de artistas como Angélica Castelló, Burkhard Stangl, Chris Cogburn, Wilfrido Terrazas, Billy Roisz o Germán Bringas, entre otros.


Video: Con Alexander Bruck y Mario de Vega



Video: En el Teatro Fru Fru



Lo que Montero hace en vivo toma prestado de todas estas fuentes (grabaciones, material procesado por medios digitales y acústicos) para lograr un sonido sorprendentemente sutil, discreto. De un rigor y limpieza notables, sus soundscapes son construidos por una infinidad de capas entretejidas con tanta precisión que es muy difícil prestar a atención a cada una. Si algo hay que mencionar a favor de Montero es esta capacidad de disfrazar toda una gama de distintas clases de sonido en un todo en el cual notar dichas diferencias se vuelve irrelevante. Cuando existe un trabajo de producción tan refinado, tan preocupado por el producto final en el cual todas las bases y las herramientas del músico están encaminadas a producir algo tan completo o por decirlo de algún modo, un sonido tan sólido desde su concepción, la experiencia del escucha se limita, sin poder oponer mucha resistencia, a dejarse envolver por los espacios que Montero genera. Estos espacios no están construidos, cosa frecuente en el uso de soundscapes, en base a dejar espacios vacíos o abiertos y compensar estos huecos mediante el sonido, tratando de equilibrar las partes. No, Montero toma la responsabilidad de la pieza en toda la extensión y él mismo se encarga de producir estos espacios, y con producir bien valdría subrayar hacerlos. Los espacios detrás, que parecen distantes, los sonidos que llevan de la mano al escucha, como estacas un campo abierto, a través de ellos, las repeticiones apenas perceptibles, las texturas, todo está fabricado casi de cero por Montero. Las fuentes que utiliza se reconocen, pero como un motivo que ha sido trabajado y que ha dado lugar a algo nuevo. En el trabajo de Manrico Montero todo es producido y arreglado desde el principio.





Mp3: Basement Zero, del disco Music for elevators


Mp3: Dawn chords, del EP Fernen



Podría decirse que uno de los aspectos más polémicos del arte, específicamente hablando del trabajo con sonido y la experimentación electrónica que es nuestro caso, es que cualquiera la puede hacer. El enfoque de muchos de los proyectos más arriesgados en la actualidad a menudo implican un acercamiento al fenómeno del sonido desde un enfoque más cercano al arte que a la música. Faltan tomar en cuenta los aspectos técnicos que facilitan este acceso cada vez más: la proliferación de software y el abaratamiento de herramientas que suplen otras más profesionales pero mucho menos accesibles, ya sea para manipulación o grabación, hacen que hoy más que nunca sea increíblemente sencillo trabajar en estos campos. En un medio donde la gratuidad y el guitarrazo trasladado al ruido están tan a la mano, es raro encontrar a alguien haciendo lo que Montero. Con una seriedad y una minuciosidad a veces difíciles de seguir, crea atmósferas totalmente nuevas, al grado que si utilizamos dicho término es a falta de uno más particular. Lo que Montero hace no es señalar, apuntar o aludir, lo que hace es crear espacio nuevo.




En vivo en Mutek MX, 2007


Mp3: NDV, Destreza, Transistor y Flux, del disco Noches de Verano

Video: En Dialectos digitales, La Paz, Bolivia

Para Exploración Aural, Montero, a quien posiblemente se le recuerde en presentaciones más recientes dentro del FMX con La Orquesta Silenciosa, presentará un set de improvisación en solitario en el que podrán presenciarse todos estos espacios en tiempo real, sin otros músicos ni fuentes qu dificulten el poder entrar en ellos totalmente, solamente la experiencia de estas atmósferas de una manera sumamente amplia.






Un experimentador y casi un sádico del sonido, ver en vivo a Aaron Dilloway será, sin pensarlo mucho, uno de los actos más intensos e impactantes de todo Aural. Habiendo comenzado a grabar y editar música desde los 16 años, ha sido miembro de bandas experimentales como Couch, Galen y Universal Indians. Uno de los fundadores de la banda noise Wolf Eyes, en donde se encargaba de la guitarra y la manipulación de cintas en vivo, Dilloway abandonó la banda en 2005 para mudarse a Katmandú, Nepal, donde se dedicaría a grabar cuando sonido pudiera para utilizarlos en sus presentaciones y grabaciones recientes. Dilloway es un buen ejemplo de l vitalidad y el ímpetu de la experimentación que conduce a los artistas más prolíficos, con una discografía que abarca más de sesenta títulos en los últimos diez años. A la fecha Dilloway lanza sus producciones en formatos como cassette, CD, LP, discos de 7” e incluso en cartuchos de 8 pistas, muchos de ellos en su propia disquera, Hanson Records comenzada en 1994.

Mp3: Fragmento de las sesiones de grabación de The Squid, Con C Spencer Yeh-

Video: En vivo en Rotterdam




Las presentaciones de Dilloway se caracterizan por una fuerza verdaderamente espectacular. Sin utilizar instrumentos que impliquen una demostración física notable, como la guitarra o la batería, ver a Dilloway tan sólo sentado frente a una mesa, es visualmente descomunal. En una era en la que lo digital como herramienta y plataforma de grabación no s ningún lujo sino una necesidad, Dilloway marca una distancia, si no es que una resistencia, utilizando artefactos totalmente análogos. Con cintas de 8 canales, sintetizadores y voz procesada en vivo, construye escenarios abigarrados de sonido. A partir de un motivo inicial tan escueto como una cinta, Dilloway comienza a torturarla hasta que saca todo lo que sea mecánicamente posible sacar de ella. Toma el sonido como una unidad sólida y estática y, a través de un par de decisiones e intervenciones estructuralmente sencillas, logra fragmentarlo, cortésmente o no, y logra sacar espacios empotrados en él que difícilmente podríamos notar de otro modo. Dilloway saca el espacio dentro de este sonido por las malas: prolongando, repitiendo, maltratando, cortando y dejando que la máquina haga su trabajo casi por inercia.




En el Detroit Artspace, 2005



Mp3: Fragmentos de los tracks 1, 2, 3 y 4 deThe Squid con C Spencer Yeh


Sin embargo, este espacio no es un espacio pasivo, no es un espacio en el que podamos entrar con facilidad: el mismo Dilloway apenas puede manejarlo, lo que vemos es un forcejeo brutal por obtener este espacio y mantenerlo a la vista todo el tiempo que dura su presentación. No usa las herramientas que utiliza porque represente un mayor reto, sino porque es la única manera de lograrlo. Cuando uno ve a Dilloway manejando sus artefactos y manteniendo todo ligeramente visible por unos minutos, es obvio que la manera que tiene de construir lo que hace proviene de un interés por el sonido en sus formas más puras, a veces quizá con los medios más difíciles pero, al mismo tiempo, con un orden básico. Utilizar cintas en lugar de archivos digitales es entendible cuando, para extraer lo más posible del sonido, es necesario tocarlo, manipularlo. La duración de una cinta en el rodillo, verla dar vueltas, siempre representará un manejo más crudo del fenómeno de escuchar y, a su vez, de pensar el sonido. Como si hubiera fugas en sus instrumentos, Dilloway se empeña por mantener el orden en una aparente entropía que él mismo se ha esforzado por desatar. Al final de su presentación, lo que queda son los remanentes de una especie de pelea con su propia sombra


Video: En No Fun Fest, 2007

Mp3: En vivo en The Embassy, marzo de 2008


Al final todo termina justo en el lugar donde todo empezó: en la experiencia del sonido de la manera más pura, difícil y hasta incómoda, y es que lo menos que puede representar ver a Dilloway es compartir, aunque sea en parte, esta resistencia física enorme y este batallar por liberar, hacer visible, mantener y regresar al sonido a su lugar de origen.




Originalmente con una alineación de e presentaciones por noche, desde hace un par de años se ha sumado un cuarto acto a esta serie de conciertos dedicados a la experimentación electrónica, todo por el mismo boleto. Este año, Aural mantiene a sus 4 músicos en una sola noche y, por si fuera poco, a un precio mucho más accesible que de costumbre. Como un plus, la nueva sede promete una cercanía e intimidad mayores: habiendo pasado por recintos como Ex Teresa Arte Actual (donde uno juraba que las paredes caerían en cualquier momento) el Museo Interactivo de Economía y el Antiguo Palacio de Medicina, las sesiones de electrónica se mudan en esta ocasión al Casino Metropolitano, espacio de arte donde antiguamente se encontraba un enorme salón de billar sobre la calle de Tacuba. En sus muros desgastados y sus espacios amplios pero totalmente cerrados, todo promete que esta será, como de costumbre, una serie de descubrimientos y experimentos que marcarán en adelante las siguientes emisiones de Aural.



Exploración Aural Maja Ratkje (NOR), Kan Mikami (JAP), Aaron Dilloway (EU), Manrico Montero (MEX) Viernes 18 de marzo, 20:00 horas Casino Metropolitano Donativo: $100